Esta semana voy a enseñarles un magnífico objeto que aún no había tenido tiempo de fotografiar y que tantas noches ilumina nuestro cielo. Se trata, como ya saben, de la Luna, uno de los cuerpos celestes más observados por todo el mundo por lo fácil que es de encontrar en el cielo.
Este fin de semana ha sido Luna llena, y en esas noches lo único que se puede fotografiar (e incluso observar) son los planetas y la Luna. Eso es porque brilla muchísimo y todo el cielo se ve iluminado por ella.
Aquí está la fotografía:
La Luna ha sido siempre muy estudiada y se conoce cada rincón de sus muchos cráteres, hoy en día toda la cara visible está mapeada. Hay incluso quien se ha dedicado a fotografiar con telescopios como el mío, los rastros que han dejado las misiones Apolo en la superficie Lunar, un trabajo arduo, sin duda.
Una de las mayores curiosidades de la Luna es que siempre nos muestra una única cara. Esto ha llevado durante muchos años a preguntarse cómo rota y a la vez orbita entorno a la Tierra, llevando numerosas veces a confusiones. La realidad es que la Luna tiene un periodo de rotación idéntico al de translación. Esto podría parecernos extraño, pero las ecuaciones de resonancia de un objeto como la Luna, nos muestran que es muy probable que rote con el mismo periodo que el de translación.
La teoría que hoy en día está más aceptada del origen de la Luna es que se formó por la colisión de un asteroide con la Tierra hace algunos miles de millones de años, cuando la Tierra aún era joven. Este asteroide era del tamaño de Marte (en realidad era un planeta como la Tierra que se formó en una órbita muy parecida a la nuestra, llevando probablemente al correspondiente impacto por la gravedad). Durante ese impacto, gran material de la superficie y manto terrestre saltó al espacio y quedó orbitando entorno a la Tierra a distintas alturas.
Con el paso del tiempo, ese material se fue uniendo en distintas masas que orbitaban entorno a la Tierra. Algunas de ellas cayeron irremediablemente a la Tierra por la inestabilidad debida a los impactos, sin embargo, la mayor parte quedó en una órbita donde la suma de todos ellos dio origen a lo que hoy conocemos como la Luna.
Como lo que se desprendió de la Tierra fue el material sólido, la Luna no posee atmósfera. Eso le proporciona un gran encanto, pues al no haber atmósfera, no existe la erosión en su superficie y quedan grabados en ella todos los cráteres de los impactos que ha recibido de asteroides. La Tierra también habrá recibido gran cantidad de impactos por asteroides desde que existe la Luna (incluso más, debido a su gran tamaño y masa), pero la erosión que produce la atmósfera, el agua y la vida, ha hecho que la mayoría de los cráteres no sean tan apreciables, al contrario que en la Luna.
Y esto es todo por hoy, acabo la explicación con una referencia a las grandes distancias del espacio extraterrestre (externo a la Tierra): Nuestro satélite se encuentra aproximadamente a unos cuatrocientos mil kilómetros de la superficie terrestre, esta es una distancia mucho mayor que la de su diámetro (entre la Tierra y la Luna hay espacio suficiente para introducir unas 70 Lunas, casi nada). Veamos un ejemplo comparativo, si el sistema Tierra-Luna fuese una plaza de Toros (supongamos que tiene 50 metros de diámetro), la Luna estaría en el borde y tendría el tamaño de un balón de playa.
Muy buena la foto.
ResponderEliminarGracias :)
Eliminarmuito legal a imagem, exergo mais desfocado aqui
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